Hoy he vivido, en el ámbito personal un día muy importante.
Hoy he recibido la distinción como Colegiado de Honor del Consejo General de Colegios Oficiales de Ingenieros Agrónomos, a propuesta de mis compañeros de Castilla y León y Cantabria, con un profundo sentimiento de enorme agradecimiento y una gran satisfacción.
Coincidir en este acto, en el marco de la conmemoración del 75 Aniversario de la creación de los Colegios de Ingenieros Agrónomos y de su Consejo Superior en 1950, lo hace si cabe más especial. ¡Muchas felicidades!
Me siento, lo digo con orgullo, ingeniero agrónomo de raza. He tenido el privilegio de conocer esta profesión desde múltiples ópticas: desde el funcionariado, pasando por la perspectiva tecnológica, hasta la apasionante creación de empresa con proyectos como Matarromera y Emina.
Lo que soy hoy, y todo lo que hemos podido construir, no hubiera sido posible sin un cuerpo de ingenieros agrónomos tan importante, generoso y, sobre todo, tan capacitado. Siempre he recurrido a los mejores ingenieros y compañeros, tomando de ellos su experiencia y conocimiento para hacerlo lo mejor posible. Vuestro apoyo ha sido fundamental en la creación y desarrollo de Bodegas Familiares Matarromera. Gracias a todos.
He tenido, y sigo teniendo, la oportunidad de convivir y colaborar estrechamente con muchos ingenieros, algunos de ellos presentes hoy en esta ceremonia especial. Sois un pilar fundamental en esta sociedad.
Tenemos una profesión fantástica, que se extiende a numerosos vínculos y relaciones de actividad. Somos, por naturaleza, unos enamorados de la innovación, la tecnología y la digitalización. El campo y el sector agroalimentario tienen ante sí un horizonte de grandes desafíos, y los ingenieros agrónomos tenemos una labor importantísima que cumplir en el presente para llevarlos al máximo nivel de eficiencia y sostenibilidad.
Gracias de corazón por este reconocimiento que me impulsa a seguir trabajando por nuestra tierra y nuestro sector.